domingo, 23 de diciembre de 2012

PACO IBÁÑEZ Y CARLOS CANO, CARLOS CANO Y PACO IBÁÑEZ

Me levanto muy temprano para ponerme a trabajar.Con nocturnidad de siete de la mañana pero con poco alevosía. Enseguida entro a seleccionar algo de música para mientras trabajo y me encuentro que con mi caraja habitual he subido Me llaman Sudaca a otro canal. Lo vuelvo a escuchar y la introducción de Carlos me lleva a la reflexión: siempre he pensado lo mismo, lo que pasa es que me he vuelto radical. Cada vez soy más niño y cada vez soporto menos las cosas que no me gustan. Hoy hijo mío hay tó de tó pá la boca, pero falta alegría. Merece la pena escucharlo.

Por si ya no llevo el trabajo lo suficientemente atrasado, me pierdo en un maravilloso programa argentino llamado PUERTO CULTURA. Una hora impresionante de recuerdos de Paco Ibáñez pero sobre todo de reflexiones sobre el mayo del 68 y sobre el cambio de estos tiempos americanizados.
No voy a repetir el fondo porque en cada una de mis pamplinas se dice lo mismo. Paco es como Carlos, cada día más radical, cada día más niño, cada día soporta menos este mundo material donde el tiempo es dinero. Lo importante es tener dinero y a vivir que son dos días. A los jóvenes, dice Paco, les han robado la vida. Escomo el que come serrín y tiene la barriga llena de serrín. Nos están robando toda nuestra cultura e imponiendo la suya. Las canciones que se escuchan, la cultura autóctona.
- No podrán, eso es imposible, le dice el presentador.
- No vayas tan seguro, le contesta Paco.
Es la sabiduría en 60 minutos: cuidado, que no hay peor cura que un buen cura, nos avisa. El mayo del 68 fue una basura que nos trajo a donde estamos ahora.
Yo lo he escuchado entero y te lo recomiendo. ¿Trabajar?
Pues poco, la verdad. Me he perdido en imágenes y en historias que me han contado como la de aquel abuelo que decía lo mismo: en la guerra no teníamos nada, todo el día era ir con una mula a por agua. Sin luz ni agua ni nada. Pero teníamos alegría. Y no es un mensaje simple, tres sabios de oriente, o de occidente, me lo confirman hoy.


Pá colmo de bienes me meto en El País y me leo el artículo de Manuel Vicent, maravilloso como siempre, LA BORRASCA. Creo que los tres apuntan a una dimensión transcendental de la persona que se ha perdido y que tenemos que recuperar.

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